"Hecha la ley, hecha la trampa", dice el refrán. Se conoce que es antiguo porque si hoy se reescribiera habría que decir: "hecha la ley, hecha la trampa CON la propia ley".
La palma de la ingeniería fraudulenta se la llevan los contratos de eso que tan moderno suena en inglés, el "leasing"(*), en sus diversos sabores, según convenga al caso:
- En primer lugar tenemos el "leasing", el arrendamiento financiero, o arrendamiento con opción de compra: ni compro ni alquilo, pero, a la vez compro y alquilo. Imaginad que quiero adquirir un bien (un coche, un piso, "un amoto"...): lo puedo comprar al contado, a plazos... pero también puedo realizar un contrato de este tipo en el que, mediante el pago de sucesivas cuotas, voy pagando el bien, voy pagando su uso, y al final, me queda un valor residual (la opción de compra); Si la ejercito, el bien pasa a ser de mi propiedad, si no nunca fue mío (simplemente me lo alquilaron ese tiempo). Hecha la ley, hecha la trampa: bajo esa fórmula se encubrieron compraventas simples (hago el leasing del piso con un plazo de un año, o menos) y alquileres puros y duros (con una opción de compra que es el valor total del bien). Para evitar que se considerara leasing a lo que no es un leasing, la Ley tuvo que obligar a una determinada duración (diez años en inmuebles, por ejemplo) y a que el valor de la opción de compra fuera razonable.
- Luego tenemos el "lease back": consiste en vender un bien a otra persona, para, a continuación alquilárselo a esa misma persona en condiciones parecidas al caso anterior, en el que, con las cuotas, existe la opción de readquirir el bien. Imaginad que vendemos nuestro piso a una prima y, a continuación se lo alquilamos para seguir viviendo en él. La operación suena "rara, rara, rara"... y, si la diseccionamos, nos encontramos con que lo que realmente hay "por bajo", es una operación puramente financiera. A mí me hace falta pasta, a mi prima la sobra, cambio el piso por el dinero y, a medida que le voy devolviendo lo prestado, voy readquiriendo el piso. El caso más frecuente en un momento en el que las empresas necesitaban financiación fue ese: estas empresas ofrecían a particulares la adquisición de alguno de sus activos (máquinas, contenedores, grúas...) a cambio de volvérselos a recomprar, en un plazo de tiempo determinado a costa de pagar cuotas periódicas, en las que se incluían, obviamente, unos buenos intereses. Hecha la ley hecha la trampa: fue necesaria una ley que indicara que estos contratos no tenían naturaleza económica sino financiera, lo que implicaba un mayor control de las operaciones.
- Y, por fin llegamos, en el momento actual, a lo que llamaría el "lease ass" o mejor aún el "lease asshole", que consiste en lo siguiente: yo le presto (alquilo) el piso a mi prima, pongamos por 100, y, acto seguido, mi prima me lo presta a mí por 150. ¿Qué sentido tiene esta operación? Que mi prima está en paro, le hace falta la pasta y yo quiero dársela sin que parezca un regalo. El lector mas sagaz habrá sustituido ya la palabra piso por dinero, yo por Estado y prima por banca privada, y así llegará a la conclusión de que esto funciona así: yo Estado, bajo la forma de BCE, presto dinero al 1% a la Banca Privada (mi prima) que luego, "generosamente" me lo vuelve a prestar a mí, bajo la forma de Estado de la Unión, al 5%. La finalidad es la misma: regalar dinero a mi prima (la banca), que anda muy pachucha la pobre.
El problema, con todo, no es de esta forma de operar, sino de la decisión, tomada en su día, de rescatar la banca al precio que fuera, mediante regalos en dinero, técnicamente llamados "transferencias": lo que se está discutiendo ahora es si regalar dinero de un golpe (lo que es imposible) o en cómodos plazos, mediante operaciones como la explicada.
De ahí que a este tipo de "leasing" lo haya apellidado como "ass-hole": indica claramente qué es lo que se pretende: tapar un agujero y también señala quiénes somos los que lo vamos a tapar: nosotros, claro, los tontos del culo.
(*) que, en castellano, se queda en un cutre "arrendamiento". ¡Dónde va a parar el glamour del término!