¿Y si todo esto falla? Todavía contamos con Superman. Como saben bien mis lectores, sostengo que el mundo se divide en dos tipos de gente: los que “tienen” dinero (en el bolso o lo han prestado) y los que “deben” dinero: los primeros son los que, actualmente, dominan el mundo.
Los que tienen dinero controlan los poderes políticos y también los económicos, entre ellos los bancos centrales y no van a permitir que el dinero pierda valor de ninguna de las maneras. Por ello mismo, actualmente, todas la políticas giran en torno a evitar el peligro de un “repunte inflacionista” aunque no se vea ninguno por el horizonte: aparentemente nos dirán que sus políticas económicas van encaminadas a la recuperación, pero realmente están “a lo otro”.
Entonces, si no hay riesgo de hiperinflación: ¿por qué nos asustan?,¿quién lo hace?
Qui prodest? es la pregunta que nos deberíamos plantear para contestar a esas otras preguntas: ¿a quién beneficia meter miedo?¿a quién beneficia asustar a la gente con una gripe? A los que venden vacunas contra la gripe.
Pues sí: al igual que sucedió con la “fiebre del pollo” o con la “gripe del gocho” (hábilmente mutada en este país, y sólo en este país, para proteger esa rama de la industria alimentaria, de la que somos punteros) el asustador nos quiere vender algo: en este caso lo que se nos quiere vender son más medidas neoliberales: reducción del tamaño del Sector Público hasta poderlo ahogar en una bañera.
Lo hacen por dos razones: en primer lugar porque quieren quedarse con la parte del negocio “de lo público” y, al igual que la mafia, actúa “limpiando” barrios de competidores, antes de que caigan bajo su influencia. En segundo lugar, como he advertido en otros posts, porque son “los amos del dinero”, los que en estos momentos tienen los bolsos llenos, sin saber que hacer con esa pasta o, ¡ay! Lo tienen prestado: en cualquier caso lo que menos desean en este mundo es que el dinero empiece a perder valor, por lo menos hasta que no hayan encontrado una “mercancía alternativa” en la que colocarlo o hasta que los deudores se lo hayan devuelto.
La vacuna son los “recetazos” que nos aplican para la zona euro desde la Unión Europea, y en concreto, desde el Banco Central (repasad la mención que se hizo al principio de la serie sobre su “independencia” y “a qué intereses sirven” los bancos centrales): políticas fiscales(*) restricitivas y políticas monetarias “teóricamente” expansivas (tipos de interés “aparentemente” bajos) pero, en la práctica también restrictivas porque no se crea dinero “ni a tiros”, porque, como hemos vistos en la serie, no se presta, no se compra, no se vende, “no se mueve una hoja”.
Y en los “iuesei”: ¡misterio a la orden! En aparencia sus políticas fiscales son más expansivas que las de la vieja Europa, sin pasarse demasiado, o, por lo menos lo fueron hasta las legislativas de noviembre. Su política monetaria estos días parece convulsionada por la decisión de cambiar billetes por bonos ("monetarizar la deuda"), sobre cuyos efectos nadie se pone de acuerdo, y sobre lo que habrá que escribir una secuela...(**)
Pero, en cualquier caso, el enfermo parece lo bastante muerto como para no sufrir fiebres inflacionistas. El tiempo me dirá si tengo o no razón, pero como veremos en el epílogo (siguiente y último capítulo de este post), lo mejor que nos puede pasar es que la tenga. Por si acaso llevo esperando varios domingos a ver si “Nostrapacus” anuncia el inicio de un proceso hiperinflacionista para poder quedar tranquilo.
(*) Política fiscal no tiene que ver directamente con los impuestos, tiene que ver con el ingreso y gasto público. Quizá sería más apropiado hablar de “política presupuestaria” y no “política fiscal”, pero el anglosajón manda. Una política fiscal restrictiva quiere decir contraer el tamaño del presupuesto (ingresos y gastos), no bajar los impuestos: ¿queda claro, Soraya?
(**) Mientras el ala dura de los republicanos reclama un dólar fuerte: ¿quién ganará en la lucha?
(**) Mientras el ala dura de los republicanos reclama un dólar fuerte: ¿quién ganará en la lucha?